Graziella Leonardi

El proyecto de Iván me parece muy interesante, el reto en sí mismo de medirse con el rostro de personas desconocidas que posan durante un tiempo muy corto en su estudio. No sé si me reconozco en este retrato, pero sí reconozco la expresión de mi cara, lo cual me parece mucho, si pienso en los escasos 60 minutos en los que estuve posando…y charlando y gesticulando sin parar, como buena mediterránea.

Hace años estudié la evolución de la fachada en arquitectura y una de las cuestiones en las que me estuve centrando fue en la diferencia entre la estaticidad del retrato fisonómico de la cultura clásica occidental (simetría, equilibrio, etc.) y la elasticidad y movilidad  de los retratos de las vanguardias (pienso por ejemplo en la bailarina Palucca retratada por Kandinsky). Esa diferencia se reflejaba claramente en la arquitectura.

Aquí no hay estaticidad, más bien expresión viva y movimiento.

Por otro lado el retrato es un poco como mirarse al espejo, pero sin filtros. Tiene algo que te desarma, como ocurre a la medusa con Perseo. Es una experiencia que te inmoviliza, te hace pensar, reflexionar. Y en esto estoy y sigo. ¿Por qué habré ido? No sé, pero os invito a hacerlo.

Gracias Iván y enhorabuena por tu trabajo.

 

  • 31 de enero de 2017