Paula Comes

Cerré mis ojos para sentir por última vez la brisa de mi mediterráneo, el mar junto al que crecí, sufrí y fui feliz durante 23 años. Observé mis pies envueltos en arena mojada y pensé: “¿lograrán dejar huella?”. Un súbito suspiro surgió de lo más profundo de mí y supe que extrañaría mi tierra hasta desesperarme pero que merecería la pena lo que me aguardaba lejos de ella. Partí a todo riesgo, sin rumbo claro, enamorada de mis sueños… enamorada de nosotros.

Hoy abro los ojos en medio de 6 millones de personas que van a contrarreloj para alcanzar sus metas y luchan cada día por ser alguien de admirar. Hoy me miro al espejo y veo una persona que admiro, una mujer que tuvo que ser mujer desde niña, alguien que aprendió a buscarse la vida y a ser feliz por encima de todo… porque la felicidad no reside en los recuerdos, sino en las ilusiones.

  • 2015