Juan Ignacio Leon y Castillo
«Iván me ha pedio que escriba algo y eso he hecho:
EL RETRATO
Lo que más recuerdo de mi padre son sus ausencias. Nunca vino a un cumpleaños. No estuvo en la pedida de mi hermana ni en la boda de Rosa. Cuando Javier sacó las oposiciones y organizamos una cena con los tíos no vino. Tampoco cuando me marché a Buenos Áires, simplemente evitaba cualquier celebración. Mamá no se lo tomaba en cuenta “todos tenemos nuestras cosas, siempre ha sido así” decía y efectivamente debía ser una constante en su vida porque a nadie de la familia le sorprendieron nunca sus ausencias. Y no es que fuera mal padre, mal esposo o mal hijo, se podía contar con él pero no para celebrar nada. Ya de mayor cada vez que quedaba a comer mi hermana listábamos eventos familiares para intentar localizarle en alguno pero no aparecía nunca. Cuando mama murió me llevé los álbumes de fotos a casa para hacer lotes. Yo buscaba su recuerdo y allí estaba ella con sus hijas, con sus padres, con sus hermanos, pero nunca con su marido, como si no hubiera existido. Y quizás fuera eso lo que quería porque por más que he pensado en ello nunca he dado con una razón lógica. Hubo una época en la que quise haberle preguntado pero para cuando me decidí a hacerlo ya se había marchado. Lo hizo con el tiempo justo para dejarlo todo arreglado y no dio razones ni explicaciones. Sólo al pasar el dolor recordé aquel sencillo retrato con el que había aparecido unos días antes que, inadvertidamente, le había hecho un amigo a lo largo de una conversación anodina. A pesar de que era un boceto rápido se había dejado capturar y no tuvo más remedio que verse a través de los ojos de otro algo que debió removerle porque cuando se fue no quiso llevarse nada salvo su imagen que nadie ha vuelto a ver nunca mas desde entonces.»