Mamen Segura
Acabo de iniciar una nueva etapa en Madrid y no hay mejor manera de empezar que con una imagen.
Una imagen de mi monstruo.
Ese que me acompaña día y noche sin que yo lo haya invitado.
Ese que nunca se ríe y solo me juzga.
Ese que me exige más de lo que puedo soportar.
El artífice de los miedos y las pesadillas que no me dejan dormir.
Ya sé su nombre.
Ya sé dónde vive.
Y voy a por él.
Porque los monstruos de dentro se reflejan por fuera, y porque confío en la capacidad transformadora de un aire completamente nuevo para acabar con el mío y que, dentro de poco, la imagen sea otra.
Una que sonría.
Una que no me juzgue.
La de una persona que duerma plácidamente por las noches.
La de una persona FELIZ.