Lina y Blai
Siempre confundí maternidad con madurez. Creí que tener un hijo te convertía en alguien que sabe lo que debe hacer. Y lo hace. En alguien que sabe en todo momento dónde está y a dónde va. Que carga en el bolso más kleenex y toallitas que maquillaje. Alguien que recuerda las citas, que llega a tiempo a los sitios. Que comprende el concepto «muda de repuesto». Alguien que habla con firmeza a los médicos y a los profesores. Que sabe cómo se quitan las manchas y se abrochan esos malditos pijamas llenos de botones. Pero no. Ser madre es más pequeño y más grande que eso. Ser madre es que tengas la oportunidad de que te retraten… y no concibas la posibilidad de que en esa imagen no aparezca tu hijo.