Javier Álvarez Dávila
«Comer cosas sucias debe debilitar el pelo», me preguntaba al observar a aquel hombre rebuscando entre la basura de la estación y al darme cuenta de que todos los sin hogar tenían pelo y barba siempre largos, pero misteriosamente siempre muy lacios. Nunca vi alguno con cabellos o barba rizados. (Javier Alvarez, 1991)
Nací hace justo 50 años.
Ahora hace 50 años que un inglés de 21 años estaba de gira con su grupo por los EEUU. Un día tocaron en Florida. Esa noche en el hotel, el joven, que se llamaba Keith, se despertó con un soniquete en su cabeza. Cogió su guitarra acústica y un magnetofón y grabó un riff de guitarra y una cantinela y se quedó dormido.
A la mañana siguiente recordó vagamente esto. Puso la cinta y escuchó menos de dos minutos de soniquete junto a un balbuceo de «I Can´t Get No… Satisfaction» seguidos de cuarenta minutos de sus ronquidos. Fue corriendo a mostrárselo a su amigo Mick. Este es el origen de esta canción.
No es, de estos chicos, ni mucho menos mi favorita. Pero, a el y sus colegas, les cambió un poco la vida. A mi, un poco.