Daniel Martínez

CRÍTICA DE LA IDEA DE MATERIA EN E. MACH, FÍSICO POSITIVISTA DECIMONÓNICO

La idea de materia en Mach puede dar lugar a equívocos. Es, a grandes rasgos, la que sigue. Para empezar, la distinción entre lo físico (material) y lo psíquico es «nuestra», se trata de una mera disputa verbal. No es diferente la «materia» en cada uno de los dos casos, sino lo es la dirección de la búsqueda que nosotros llevamos a cabo: bien sea hacia dentro (el yo), bien sea hacia fuera (los cuerpos). Resulta que se da una especie de vicio en los términos -heredero de la tradición dualista-, por lo que nos haría falta un tercer término que no sea ni materia ni espíritu para evitar confusiones en la concepción de Mach, unívoca y unitaria. Según su doctrina de los elementos, éstos son sensaciones en conexión con el yo, cuando se relacionan entre sí son propiedades de los cuerpos.

 

La materia es para Mach solo una idea simbólica, un resumen económico, solo un instrumento lingüístico. Se da inconsciente (no hay una conciencia) y naturalmente (no hay dos naturalezas distintas) a un complejo relativamente estable de elementos sensibles (el yo).

 

Explicitaremos estos tres modos de darse la materia para esclarecer, desde una perspectiva crítica, el propósito a nuestro juicio fallido de Mach.

 

En primer lugar, el camino del sensismo exige una conciencia como meta; es necesaria una conciencia que a modo de fondo una las sensaciones, sin conciencia no habría más que un amontonamiento en fila o puro cúmulo de sensaciones sin orden ni concierto. Para Mach la conciencia es algo insondable, que debe ser eliminada como si de un fondo espectral se tratase.

 

En segundo lugar aparece el problema del fenomenismo, que Mach decide monismo materialista sin justificación. Si hemos rebajado ambos órdenes, si hemos igualado a lo mismo tanto lo físico como lo psíquico, ¿por qué privilegiar entonces lo material frente a lo espiritual? Por la vía del fenomenismo acabamos problemáticamente en un posible inmanentismo espiritual de la conciencia (conciencia que a su vez es negada), como ocurría en el caso del idealista Berkeley.

 

Y en tercer lugar, para Mach los elementos del yo y del mundo están a la vez frente a nosotros. Todo es parte de un mundo único que no se nos debe ir de las manos, hay una dependencia múltiple y universal entre todos los elementos, «en todo hay parte de todo» como dijo el presocrático. Pero el yo se hace nada, es un yo-de-hecho que queda des-hecho y rebajado a desecho, se echa de escena; se disuelve en una combinación transitoria de elementos variables. Y sin un yo, ¿cómo podría saber el sujeto acerca del mundo? ¿Quién sabe?