Ana García

Hay sucesos impredecibles. No como cuando se te cae la tostada de las manos, o llueve inesperadamente. Cosas que no somos capaces de imaginar, que nunca nos planteamos como posibilidades reales en nuestras vidas. Y aquellos son los sucesos que nos modifican, nos absorben y contraen, nos despojan de cualquier seguridad que en algún momento forjamos y nos dejan desollados ante una inmensa soledad. Y como imbéciles nos pasamos el resto de nuestras vidas o bien ocultos para no volver a revivir algo tan potente, o bien al borde de un abismo continuo, tanteando los límites necesarios de nuestras psiques, sólo por una gota más de ese impulso aleatorio, algo tan fuerte como el no saber qué pasará si decido seguir moviéndome hacia delante.

  • 2014